Cuando realizamos el mantenimiento a nuestro coche, con sus correspondientes revisiones y cambios de aceite, en ellas también hay que realizar la sustitución de algunos de los filtros con los que está dotado. Pero cada uno de ellos desempeña una función completamente distinta y lo más importante, esencial, en algunos casos, para el correcto funcionamiento del motor, por lo que es muy importante respetar siempre los intervalos de mantenimiento propuestos por la marca.
Por ello, vamos a empezar por el más importante de todos, el de aceite.
Filtro de aceite
Además de que es posiblemente uno de los filtros más económicos de nuestro coche (coste inferior a 10 euros), también se encarga de que el aceite que circula a través de nuestro propulsor esté lo más libre posible de impurezas. Estos filtros están fabricados con una mezcla de algodón, materiales sintéticos y papel de celulosa, todo ello protegido por una cubierta metálica y dotado en su parte inferior de una rosca que será la que nos servirá para instalarlo en el motor.
Es posible que te preguntes, ¿cómo es posible que el aceite de mi motor tenga impurezas si lo he puesto nuevo? Bueno, debes saber que el funcionamiento normal del motor en su fase de combustión genera un desgaste que se materializa en forma de partículas que podrían reducir la vida útil del motor por el rozamiento. Ahí es donde entra en funcionamiento el filtro de aceite, ya que el tras pasar por la bomba, el siguiente lugar donde se dirige es el filtro para posteriormente distribuirse a lo largo del motor.
Generalmente, un filtro de aceite debe reemplazarse en cada cambio de aceite.
Filtro de habitáculo
Su introducción es relativamente reciente, por lo que no verás este elemento en los coches de hace décadas. El objetivo de este filtro es purificar el aire exterior que entra al habitáculo de nuestro coche, ya que si se encuentra viciado puede poner en riesgo nuestra salud.
Dentro de la gama de filtros de habitáculos, además dee los convencionales, también existen unos con carbón activado, que además de eliminar las partículas más típicas, también captan gases nocivos como ozono, azufre o dióxido de azufre, mejorando aún más la calidad del aire.
Filtro de combustible
Existen dos tipos: los de gasolina y los de diésel. La finalidad en ambos casos es la misma: evitar que las impurezas del depósito o del carburante puedan llegar al sistema de inyección (inyectores, bomba o circuito de alimentación), de esta forma mantendremos lejos averías mucho más costosas especialmente en la bomba o los inyectores, elementos que son bastante caros de reemplazar/reparar.
La ubicación del filtro de combustible se encuentra en las líneas de suministro del mismo, es decir, entre el depósito de combustible y el sistema de inyección. En el caso de los propulsores gasoil, está más enfocado a evitar la corrosión de los elementos metálicos y eliminar la humedad.
Existen algunas marcas con modelos cuyos filtros de combustible no requieren de sustitución, pero no suele ser la tónica habitual.
Filtro de aire
Para realizar la combustión en un motor, además de combustible, también se necesita una proporción de aire. Para ello, lo hace mediante el sistema de admisión del motor, y el aire penetra antes por un filtro. Y es precisamente al inicio del circuito del sistema de admisión donde se encuentra este filtro ubicado.
La finalidad en este caso es la misma: eliminar las impurezas del aire ambiental, tales como polvo, bacterias, aire o polen. Es también un filtro muy económico y además fácil de sustituir (posiblemente, el que más).
Si está en mal estado, podremos experimentar un aumento en el consumo de combustible de nuestro coche además de una merma en la entrega de potencia del motor, por ello es también muy aconsejable reemplazarlo en los intervalos que recomiende el fabricante, e incluso, no está de más revisarlo de vez en cuando y si está muy sucio reemplazarlo adelantándonos al intervalo propuesto por el fabricante.