Desde que empezamos a conocer poco a poco la nueva generación del roadster de la firma de Hiroshima, quedamos impactados principalmente por su aspecto, mucho más llamativo y personal que en anteriores generaciones donde se mostraba algo anodino.
Pero entre todas las informaciones que se iban revelando, también conocimos la gama de motores. Una gama en la que se continuaba apostando por la tecnología SKYACTIV de Mazda que tan buenos resultados le está dando en otros modelos de su gama, sin necesidad de recurrir a la sobrealimentación, a diferencia de la gran mayoría de sus competidores que han tenido que sucumbir a los encantos de los turbos.
La apuesta para esta generación era por dos opciones distintas: un 1.5 de 131 CV y otro 2 litros de 157 CV. Además, Mazda asegura que en esta generación se ha reducido el peso 100 kg, por lo que unido a la excelente puesta a punto lo hacen una opción mucho más atractiva pese a no haber sufrido un aumento de potencia considerable.
Una característica inherente a todas las generaciones del MX-5 ha sido la configuración atmosférica de sus propulsores (si no tenemos en cuenta el MX-5 SP que se ofertó en el mercado australiano sobre la base del NB), y una potencia más bien contenida -compensada con el bajo peso del conjunto-. Y eso es algo que podría cambiar en esta generación.
De acuerdo a unas declaraciones a Motoring.com.au, Mazda estaría planteándose el lanzamiento de una variante sobrealimentada de mayor potencia, que bien podría recibir el apellido MPS. Y para mantener el reparto de pesos 50:50, lo lógico es decantarse por un propulsor de cuatro cilindros en lugar de uno de seis, además, la nueva generación cuenta con más espacio en el vano motor, por lo que facilitaría la colocación del turbo en el propulsor.