Durante estos últimos meses no hemos parado de hablar de Tesla, aunque con motivos más que justificados: el lanzamiento del Model X y de forma mucho más reciente, el Model 3. Y este último ha sido un rotundo éxito tanto antes como después de su presentación, pero el precursor de toda esta corriente, el Model S, aún pese a su elevado precio de partida, también es un éxito más que notable, y sólo hay que ver sus elevadas listas de espera para darse cuenta de ello.
Pues bien, ahora el fabricante Californiano ha decidido actualizar el Model S con una serie de cambios sobre su aspecto visual, además de remodelar su gama de motores eléctricos. Vamos a centrarnos inicialmente en su aspecto, en el que se han recortado distancias con los últimos modelos lanzados, aunque introduciendo unos cambios que a todas luces son bastante sutiles aunque no exentos de polémica.
¿A qué nos queremos referir con la polémica? A su frontal que ahora pierde la parrilla, tal y como vimos en el Model 3. Lo cierto es que la parrilla no tiene sentido en un vehículo eléctrico como este, aunque en su día se pusiera para que estéticamente su cambio de aspecto frente a un vehículo convencional con motor de combustión que sí la necesite por cuestiones de refrigeración no fuera tan traumático. También, las luces delanteras son de LED con 14 unidades y modulares en función de la conducción con el objetivo de evitar deslumbramientos.
También hereda el filtro de aire HEPA que introdujo el Model X, con el que el climatizador es capaz de eliminar el 99,97 % de la contaminación y bacterias, incluyendo su modo «Bio Weapon Defense» en el que aseguran que es capaz de proteger a los ocupantes contra el uso de armas biológicas en su exterior.
Finalmente, otra de las grandes novedades es que mejora su sistema de carga introduciendo un cargador a 48 amperios, para de esta forma lograr reducir sus tiempos de carga. Eso sí, ni rastro de la nueva batería de 100 kWh, así como los nuevos asientos del Model X.