No podemos negar que Volvo está posicionándose como uno de los fabricantes de automóvil punteros en cuanto a desarrollo e inversión en modelos híbridos, y es que si ya vimos el año pasado el gran énfasis que la marca sueca está llevando a cabo con el T90 -el modelo más alto de la casa- y la tecnología de híbrido en el XC9, incluyendo la gama T8 como híbrido tope de gama con casi 410 caballos de potencia, parece claro que esta es la directriz básica de la marca. Pero, ¿tanto es así? Desde Volvo vaticinan que el fin de los diésel está cerca, y que por su parte, están dispuestos a continuar mejorando los híbridos con el fin principal de detener la producción de modelos turbodiésel.
Pero no hace falta ir mucho más allá para sacar en claro que no será ahora, ni en cinco años. El objetivo de la marca sueca es a largo plazo, pero no demasiado. En Volvo concretan que estamos a solo unos años de que los modelos híbridos tengan un mantenimiento post-venta igual o incluso inferior al de los modelos diésel, y cuando esto ocurra, será cuando llegue el momento de llevar a cabo lo que muchos ya denominan «la gran transición».
Algo más que culpa de Volkswagen
Que las ventas de coches diésel estén cayendo en Europa después del «dieselgate» y tras la confirmación de que hay otras marcas que también han falseado datos respecto a sus modelos de gasóleo, es obvio que ha influido -y continúa siendo así- en la venta de estos modelos, pero no toda la culpa es de la marca alemana. Las restricciones urbanas en muchas ciudades, las expectativas a largo plazo y la evolución tan brutal de los coches híbridos y de los eléctricos, están marcando las pautas para pensar en el principio del fin de los diésel. ¿Será Volvo el primer fabricante europeo en dar el paso?
