Volkswagen ha puesto sobre la mesa las cartas con las que va a jugar durante la próxima década a través del plan que ha bautizado como TRANSFORM 2025+. Y este plan no dista mucho de los pasos que ya veníamos viendo que iban dando tras el escándalo ‘Dieselgate’: un futuro enfocado fundamentalmente en los eléctricos.
Uno de los cambios más trascendentales de cara a poder enfocarse a ese nuevo horizonte ya te lo desvelamos el otro día, y no es precisamente halagüeño ni positivo en materia social: la compañía recortará 30.000 empleos, de los cuales, 7.000 serán de latinoamérica y el resto Alemania, algo que les permitirá ahorrar 3.700 millones de euros anualmente a partir de 2020, correspondiendo 3000 millones a las plantas de Alemania.
Junto con esto, harán una reestructuración completa de su negocio hasta 2020, pasando en ese momento a ejecutar la ofensiva en movilidad eléctrica con la que no aspiran únicamente a ser una de las marcas mejores posicionadas del mercado: quieren liderarlo. E incluso, se han atrevido a dar cifras: para 2025 quieren estar vendiendo anualmente un millón de coches eléctricos. ¿Y cómo quieren financiar ese objetivo, además de con los recortes mencionados anteriormente? Eliminando la producción de modelos de bajo volumen de ventas y nichos muy concretos, o dicho de otra forma, que veremos casi con total probabilidad desapariciones de modelos deportivos que no volverán, al menos en el formato actual. La última fase se centra en ser el líder en el nuevo mundo de la movilidad para el año 2030.
Y todo ello, lo quieren hacer además incrementando su rentabilidad, pasando de un margen actual situado en torno al 2% a uno que se sitúe en torno al 6%.
Con esta expansión eléctrica, también tienen planes de introducir nuevas líneas de negocio como el lanzamiento de una plataforma digital para conectar a 80 millones de usuarios en todo el mundo para 2025, unos servicios de conectividad adicionales que calculan que van a aportar 1.000 millones de euros anualmente a la empresa para el año 2025.