Ya te explicamos hace algunos años por qué la mayoría de fabricantes de coches de gran tirada se veían abocados a tener que acabar produciendo en China y hacerlo además mediante una joint-venture con una marca local con la que compartieran su I+D. No es algo que guste en absoluto a ninguno de los fabricantes europeos (compartir su tecnología de manera casi gratuita), pero por otra parte, es un sacrificio necesario para perpetuarse en uno de los mercados automovilísticos más grandes del mundo y con mayor crecimiento durante estos últimos años (de hecho, para algunas marcas del viejo continente, es ya el mercado más importante).
BMW es una de esas marcas que fabrica en China a través de su joint venture BMW Brilliance, y lo hace con modelos como el Serie 1 Sedán, X1 de batalla alargada, Serie 2 Tourer, Serie 3 de batalla alargada, Serie 3 Sedán y Serie 5 de batalla alargada, muchos de ellos siendo fabricados y comercializados exclusivamente en China. La novedad es que ahora las autoridades chinas le han dado el visto bueno a esta alianza para que los modelos allí producidos puedan exportarse fuera de las fronteras de China, algo que incluye también Europa.
La globalización ha hecho que un sello de garantía como ha sido tradicionalmente la procedencia del fabricante: «es un coche japonés», «es un coche alemán», deje de serlo cada vez más, y en su lugar, se ponga más de manifiesto la procedencia de la fábrica de la que proviene la unidad en cuestión. Aunque con los avances logrados en la automatización de procesos en producción, han dado como resultado que estas diferencias sean cada vez menos palpables entre las diferentes fábricas internacionales de un fabricante.
Como dato, el pasado año 2016, BMW fabricó más de 300.000 unidades en China en sus fábricas de Tiexi y Dadong, con una previsión de aumentar hasta las 450.000 unidades debido a la alta demanda que están teniendo en aquel mercado.