La lucha contra el cambio climático se está endureciendo cada vez en más ciudades, y no sólo fuera de nuestras fronteras, sino también aquí. Madrid o Barcelona son ciudades que ya han activado protocolos contra la contaminación e incluso el veto a la conducción de coches clásicos en esta última a partir de 2019. El objetivo de todo esto es, naturalmente, que la gente piense en formas de movilidad más sostenibles con las que poder reducir la contaminación en los núcleos urbanos.
El ayuntamiento de París, que desde hace años ya viene aplicando políticas de peatonalización y limitación del uso del coche, ahora ha ido un paso más allá anunciando que para 2030 quiere acabar con el uso de vehículos de combustión diésel o gasolina en sus calles. ¿Quiere decir por tanto que prohibirá la circulación de vehículos? No, pero estos deberán ser eléctricos para poder moverse por el entorno urbano.
Esta medida va en la sintonía de la que se va a tomar 10 años más tarde en el país, donde se quiere también acabar con los vehículos diésel y gasolina para 2040, aunque el caso de Francia es más laxo, puesto que ahí el objetivo es prohibir la venta de los mismos y no la circulación como el caso de París, algo que obligará a la práctica totalidad de los ciudadanos a cambiar su vehículo por uno eléctrico, aunque todavía tienen algo más de 12 años de margen.
Antes de 2030 llegará otra medida que supondrá el primer espaldarazo serio contra los vehículos: en 2024 se prohibirán los automóviles con motor diésel en París. En el caso de la que nos ocupa hoy con la prohibición para 2030, todavía no ha sido aprobado, pero lo más probable es que se lleve finalmente adelante.