La nueva generación del Land Rover Defender es un proyecto que lleva en desarrollo más tiempo del que pudiésemos pensar. Hasta hace muy poco el Defender tal y como lo hemos conocido durante toda la vida ha estado a la venta apurando todo lo posible el mercado actual, y eso es un muy buen indicio de que el trabajo se ha estado haciendo a la perfección. Una línea de trabajo que continuará en la misma línea de cara al futuro, aunque eso sí, con un claro camino: renovarse sí o sí.
Es aquí donde entra el sustituto del Defender tal y como lo conocemos. Desde la marca británica son concisos: el nuevo Defender deberá abrazar con gratitud un importante abanico tecnológico y también eficiente. Se acabaron los grandes motores diésel ortodoxos y una mecánica rudimentaria, los tiempos han cambiado. Hasta qué punto se verá en detrimento la tecnología 4×4 del nuevo Defender por este cambio de rumbo aún no lo sabemos, pero está claro que no será positivo… y tampoco negativo. A grandes rasgos, el nuevo Defender no mejorará las prestaciones off-road, y en teoría, tampoco las empeorará… al menos, no demasiado.
El diseño del nuevo Land Rover Defender no tendrá nada que ver con los prototipos vistos hasta la fecha, sobre todo si tenemos en cuenta que el prototipo DC100 (el que ofrecería la imagen inicial del nuevo Defender) recibió tan malas críticas. El diseño se asemejará más a las líneas del nuevo Discovery (imagen siguiente) o de los próximos Evoque, Range Rover. Cómo combinar una imagen y esencia de todoterreno tradicional con estas líneas urbanas, es un reto al que por ahora, parecen no haberse enfrentado con detenimiento.