La revolución social iniciada tiempo atrás por los «chalecos amarillos» debido a las medidas del gobierno Macron todavía sigue muy vigente en Francia, pese a que el gobierno ya está tomando medidas mucho más drásticas contra ellos, con más policías en las calles y un endurecimiento de la ley que castigue a los participantes en las manifestaciones no comunicadas a la policía previamente, así como sanciones mucho más duras.
Estas protestas han dejado numerosos daños, pero uno de ellos y que es el que atañe al tráfico rodado es del que nos hacemos eco hoy aquí: cerca del 60% de radares de carretera fijos del país han sido destruidos desde que el movimiento de chalecos amarillos diese comienzo. Esto supone que casi 2000 del total de 3.200 radares han sido inutilizados ya sea quemándolos, destrozándolos o neutralizándolos, tal y como ha anunciado el ministro del interior Christophe Castaner.
Actualmente en Francia, dañar un radar tiene una sanción aparejada de 30.000 euros y dos años de cárcel, si bien, en caso de que la destrucción sea total, esa sanción se eleva hasta los 75.000 euros y cinco años de prisión.
¿Cuál es el motivo real de ese ensañamiento con los radares del estado francés? Uno de los motivos podría ser la bajada del límite de velocidad de 90 a 80 km/h en carreteras secundarias de doble sentido sin separador central, pero también, claro está, la subida a los impuestos de los carburantes, que ha sido precisamente una de las principales incubadoras de este movimiento. Y los manifestantes consideran que los radares de velocidad son una medida que tiene el estado para generar el ingreso y que impacta precisamente sobre la población más pobre.
No entiendo la noticia. Es echar más leña al fuego