Tras declararse en bancarrota en 2002, OAO Moskvitch, el fabricante ruso fundado en 1930 desapareció del mercado al no poder competir contra marcas extranjeras que comenzaban a ganar gran popularidad en el país. Pero la guerra de Ucrania ha cambiado por completo el tablero, donde el grueso de marcas extranjeras se han retirado del mercado ruso como parte de los bloqueos, algo que no sólo ha dejado a miles de trabajadores en el paro y ha detenido la actividad en las fábricas que algunas de esas marcas poseían en aquel país, sino que también ha dificultado enormemente la compra de vehículos nuevos.
Renault-Nissan era uno de esos fabricantes extranjeros que contaba con instalaciones productivas en el país junto con su socio Autovaz y que tras la invasión de Ucrania, el grupo cedió las instalaciones por un simbólico rublo a esta última con la venta de su participación en AvtoVAZ al NAMI (Instituto Central de Investigación Científica del Automóvil y Motores de Automoción de Rusia)… eso sí, con una cláusula de recompra al cabo de seis años en caso de normalizarse la actual situación internacional.
¿Qué ha hecho el gobierno ruso? Junto con la colaboración de Kamaz, el mayor fabricante de camiones del país, ha renombrado las instalaciones a Moscow Automobile Factory Moskvitch y han anunciado la reactivación de la planta volviendo a producir modelos de Moksvich con una inversión de 84 millones de euros, con planes de fabricar 600 vehículos antes de fin de año y de los cuales, 200 serán eléctricos. Para 2023 las previsiones pasan por producir 50.000 unidades.
Actualmente están buscando un socio para producir y parece ser que la china JAC Motors podría ser una candidata a ello, en la que le permitiría nutrirse tanto de sus diseños como de las tecnologías e ingeniería.