Hablar de Ford es hablar de Mustang. Es uno de los iconos de la marca y también una parte importante de su patrimonio industrial. Es por ello que aunque haya renunciado (al menos de momento) a seguir deleitándonos con más modelos RS, la firma no quiere renunciar ni al Mustang ni al motor que le da sentido: el V8.
Los motores de más de cuatro cilindros y sin electrificación están en peligro por las nuevas normativas de emisiones, sin embargo Ford se resiste a ello. Si bien para 2035 con la prohibición de la venta de coches con motores de combustión en Europa posiblemente ya no lo veremos, antes de la llegada de ese fatídico año, estará por delante la Euro 7 que pondrá realmente difíciles las cosas a motores como los V8. Y matizamos el «posiblemente ya no lo veremos», porque la Unión Europea propuso recientemente a los reguladores permitir la venta de vehículos alimentados por combustibles sintéticos más allá de esa fecha, algo que a fabricantes como Porsche le permitiría seguir manteniendo un 911 de combustión interna si finalmente acaba cuajando esta idea. No sabemos si esta podría ser una solución que tenga también encaje dentro de Ford.
Mark Rushbrook, director global de Ford Performance Motorsport, en una reciente entrevista a CarSales.com.au, ha confirmado que mientras les sea posible, seguirán fabricando motores V8 y que por el momento no tienen una fecha de retirada. Jim Owens, responsable de la marca Mustang a nivel global, comentó algo muy parecido, asegurando que siguen invirtiendo en motores V8 de sus futuros modelos pese a la electrificación a la que se está sometiendo la industria.
La duda que nos queda ahora es si en ese periplo hasta la prohibición en 2035, llegarán a optar por la sobrealimentación o algún tipo de hibridación que les permita mantenerlo con vida o si por el contrario, optarán por tirar la toalla.