La historia se repite una vez más: Fisker, la startup de coches eléctricos, se ha declarado en bancarrota en los Estados Unidos. Algo que no nos pilla de sorpresa, puesto que ya era algo que se venía anticipando desde mucho tiempo atrás, cuando empezaron a tratar de llegar a un acuerdo con algún otro gran fabricante para que les rescatase tras anunciar en Febrero que se podían quedar sin dinero en la caja en los próximos 12 meses.
Uno de los fabricantes que más sonó entre los que recibieron la visita de Fisker buscando ayuda fue Nissan (que resultó ser el más interesante), pero finalmente no hubo acuerdo, seguramente propiciado por la desastrosa situación financiera que vieron en Fisker cuando estudiaron el acuerdo.
Y fue entonces cuando en Marzo, a sabiendas de que comenzaban a encontrarse en una situación crítica, optaron por bajar el precio del Ocean en los Estados Unidos hasta los 24.999 dólares (una rebaja de nada menos que 40.000 dólares) con el objetivo de hacer algo de caja, a la vez que se suspendió la cotización en bolsa. Sin embargo, aún con un precio tan atractivo, una operación así para el cliente era un riesgo muy elevado, ya que suponía no tener recambios a futuro ni tampoco un software funcional a futuro, lo cual dejaría el coche casi inservible.
Fisker tenía planes ambiciosos como el lanzamiento de un SUV pequeño denominado ‘Pear’, un pickup denominado ‘Alaska’ así como un descapotable denominado ‘Ronin’. Sin embargo, el estrepitoso fracaso comercial que ha sido el Ocean con 40.000 unidades previstas para ser fabricadas en 2023 de las que acabaron construyendo sólo 10.000 y entregaron menos de la mitad canceló de forma prematura todos esos planes. A eso hay que sumar que el Ocean contó con diversos problemas desde el minuto cero, tanto de software como de frenos y puertas que fallaban para abrirse. Además, en los Estados Unidos, su principal mercado, perdió los incentivos estatales al estar construido fuera del país (se producía en Austria, concretamente en las instalaciones de Magna Steyr, quien no cree que la cadena de montaje vaya a volver a ponerse en marcha).
Y esto es un problema para todas las unidades del Ocean entregadas hasta la fecha, porque a tenor de lo anunciado por Magna Steyr, los propietarios van a tenerlo realmente complicado para conseguir recambios como ya comentábamos anteriormente.
Los activos estimados de Fisker son entre 500 y 1.000 millones de dólares con unos pasivos entre 100 y 500 millones, y según el expediente judicial, el número de acreedores oscila entre una horquilla de 200 y 999.