Ya lo hizo con el Puma y ahora con el Capri. Ford ha vuelto a sacar del cajón un nombre mítico para hacer uso de él en un modelo que nada tiene que ver: un SUV eléctrico que no es más que un Ford Explorer con carrocería C-SUV fastback y una estética con ciertos guiños al Capri clásico.
Mide 4,63 metros de longitud, 1,87 de anchura y 1,63 de altura, lo que supone 16,6 centímetors más que el Explorer, así como 4 mm más bajo, ofreciendo capacidad para cinco ocupantes y cinco puertas.
La gama inicial llega con dos versiones, una Extended Range RWD con un único motor, tracción trasera y 286 CV y otra con dos motores, tracción total y 340 CV. La batería está fabricada por CATL y es de química NCM, ofreciendo 77 kWh útiles en el primero y 79 kWh útiles en el segundo, por ello, la autonomía homologada en la primera es de 627 km y en la segunda, de 592 kilómetros.
La velocidad de carga no es común en ambas. En la de 77 kWh, el pico máximo es de 135 kW, mientras que en la de 79 kW el pico máximo es de 185 kW, lo cual implica que para pasar del 10 al 80% en el primer caso necesitaremos de 26 minutos y en el segundo de 28 minutos. Esto debería poder brindar una autonomía en carretera en torno a los 300/350 km entre cargas.
La velocidad máxima en ambos casos es común, sin embargo, el 0-100 km/h lo realiza en 6,4 segundos en la versión de 286 CV y 5,3 segundos en la versión de 340 CV.
Al ser básicamente un Ford Explorer, la plataforma empleada es la MEB de Volkswagen, compartida con el Volkswagen ID.4. Encontramos detalles estéticos como la luneta lateral trasera o los faros delanteros con el guiño a la estética del clásico y no mucho más.
Su interior es casi calcado al Explorer (incluyendo asientos), contando con un volante específico donde cambia el brazo central inferior.
Los precios arrancan en los 48.094 euros, es decir, 500 euros más que el Explorer equivalente, si bien se espera el lanzamiento de una versión con batería más pequeña que permita abaratar el coste de la versión de acceso.