La situación en Nissan Motor Corporation atraviesa una etapa crítica. Recientemente, la compañía anunció el despido de 9.000 trabajadores, lo que equivale al 20% de su fuerza laboral global dedicada a la producción. Además, ha decidido vender sus participaciones en Mitsubishi y retrasar el lanzamiento de nuevos modelos, medidas drásticas que reflejan la gravedad de la crisis.
Según declaraciones de un alto ejecutivo de Nissan, recogidas por el Financial Times bajo anonimato, estas decisiones forman parte de una estrategia de «supervivencia». El objetivo es extender la capacidad operativa de la empresa durante los próximos 12 a 14 meses para ganar tiempo y reestructurar el negocio, asegurando así su viabilidad a largo plazo.
Mientras tanto, Renault continúa reduciendo su participación accionaria en Nissan, que alguna vez fue del 46% y ahora ha disminuido al 40%, con previsiones de seguir bajando. Paralelamente, Honda está en las fases finales de la revisión del acuerdo conjunto para el desarrollo de vehículos eléctricos, lo que añade más incertidumbre al futuro de Nissan en este mercado clave.
Es por ello que ahora Nissan necesita de un inversor que reemplace a Renault ahora que está deshaciendo posiciones, y esa posición podría acabar siendo cubierta por Honda, para lo que seguramente el gobierno japonés haga también de mediador para poder empujar esta operación y que no acabe cayendo en manos extranjeras.
¿Cómo terminará esa joint venture anunciada este mismo año entre Honda y Nissan? ¿acabará Honda tomando el control de Nissan o serán capaces de funcionar ambas marcas?
En cualquier caso, las cosas no pintan nada bien salvo un cambio de estrategia, con las ventas en China de Nissan cayendo un 20%, mientras que en otros mercados como USA y Europa las cosas no tienen mucho mejor aspecto.