MINI ha dado un giro inesperado en su estrategia de electrificación, y el mundo del motor lo observa con atención. La marca británica, que había anunciado con entusiasmo su intención de convertirse en la primera firma del Grupo BMW en abandonar completamente los motores de combustión para 2030, ha decidido frenar en seco ese plan. El motivo principal: la demanda real de coches eléctricos, especialmente en mercados clave como Estados Unidos, no está respondiendo al ritmo previsto. Así lo ha confirmado Michael Peyton, vicepresidente de MINI para las Américas, quien reconoce que la propulsión a gasolina sigue siendo esencial para la marca y lo será durante los próximos años.
Este cambio de rumbo no significa que MINI renuncie a la electrificación, pero sí que retrasa su calendario. La marca seguirá desarrollando y vendiendo modelos con motor de combustión interna más allá de 2030, y de hecho, ya se contempla ampliar la gama de gasolina. Peyton incluso ha dejado la puerta abierta a lanzar un nuevo SUV compacto por debajo del Countryman, pensado especialmente para el mercado norteamericano, donde modelos eléctricos como el Aceman o el Cooper de tres puertas no llegarán debido a los aranceles y a la decisión de no producirlos en Oxford.
La realidad es que, aunque los eléctricos ganan cuota de mercado (en el primer trimestre de 2025, los eléctricos supusieron el 35,3% de las ventas de MINI a nivel global), la demanda de motores de gasolina sigue siendo sólida. Esta dualidad ha llevado a MINI a apostar por una estrategia flexible: mantener la inversión en motores térmicos y lanzar nuevos modelos que se adapten a las preferencias de cada región, mientras sigue explorando la electrificación allí donde el mercado y la infraestructura lo permitan.
En el plano técnico, MINI no solo mantendrá, sino que actualizará sus motores de gasolina. Para 2025, los Cooper y Cooper S equiparán el bloque B48 de 2.0 litros, dejando atrás el tricilíndrico en mercados como el estadounidense, donde la potencia y el carácter tradicional del motor de combustión siguen siendo muy valorados. Esta apuesta tradicional se combina con la llegada de versiones eléctricas en paralelo, ofreciendo así una gama verdaderamente multienergía.
Este replanteamiento estratégico de MINI refleja una tendencia más amplia en la industria automovilística: la electrificación total está resultando más compleja de lo que muchos anticiparon. Factores como la infraestructura de carga, los costes y las barreras comerciales están ralentizando la transición. Incluso el propio Grupo BMW, matriz de MINI, mantiene una postura prudente y abierta a distintas tecnologías, sin fijar una fecha límite para el fin de los motores térmicos y apostando por una “estrategia de tecnología abierta” que combina eléctricos, híbridos y gasolina según la demanda de cada mercado.
Vía: Automotive News