Construir un coche que encaje con las necesidades de todos es muy difícil, por no decir imposible. Somos unos 7 mil millones de personas en el mundo y cada uno de nosotros tiene unas necesidades y prioridades en cuanto a coches.
Ford ya conoce esto bien, pues su primer intento de hacer un coche «del mundo» fue en 1990 con el Mondeo. Fue un éxito en Europa, aunque no tanto en Estados Unidos. Pero el Ford Focus es diferente. Un coche diseñado en el viejo continente que llegó a Estados Unidos para sustituir al Escort y ahora resulta que el último modelo se ha presentado en 120 países de todo el mundo.
Volviendo a lo de antes, es difícil satisfacer todas las necesidades con un coche, pero podemos homogeneizar algunos aspectos. En Europa somos más altos que en Asia. Un hombre de 100kg no va a tener la misma percepción de confort que una adolescente de 50 kg, que busca su primer coche.
Por ello usamos las estadísticas y medias. Ford emplea la información de todo el mundo para crear modelos con las dimensiones adecuadas, con el confort, espacio y seguridad indicada. Así podemos explicar que los coches pequeños sean cada vez más grandes, pues las estadísticas muestran una tendencia de las generaciones hacia tamaños más grandes y más pesados.
Los responsables del diseño del Focus van todavía más lejos. Se aseguran de que el interior se adapta a las diferentes culturas. Por ejemplo, las puertas tienen espacios para poder guardar botellas de 1,5 litros que tanto usamos los europeos y al mismo tiempo tiene espacio suficiente para guardar el termo de té que un consumidor chino pueda requerir.
Al final, cientos de detalles que permiten una mejor adaptación hacen que este coche sea compatible con el 97,5% de la población.
Vía: allcartech