No es la primera vez que ocurre: a menudo, cuando se introduce una innovación bastante destacable en un modelo concreto, en ocasiones, bien sea por precio, reticiencias del público, complejidad? en relevos generacionales, es un elemento que cae en el olvido, y que años después, resurge de entre sus cenizas, en ocasiones, en manos de otras marcas rivales para popularizarse cada vez más entre la inmensa mayoría de vehículos, en cuestión de pocos años. El otro día, estando en un semáforo, me dió por cuestionarme el primer modelo en equipar Stop&Start, y buscando un poco de información, logré dar con él.
El Grupo Fiat tradicionalmente ha sido siempre un grupo que ha introducido algunos avances técnicos en muchos de sus modelos, adelantándose a los fabricantes y bastante revolucionarios para la época, pero, que en muchas ocasiones, han pasado sin pena ni gloria, y no han sido hasta años después cuando se han popularizado entre la inmensa mayoría de fabricantes. ¿Quieres ejemplos?
Año 1987: introducción del primer diésel de inyección directa con turbocompresor de geometría variable del mundo. Se trataba del Fiat Croma, y prometía una eficiencia considerablemente mejor que el resto de diésel del mercado equivalentes, con una eficiencia en torno al 15%. Pasó sin pena ni gloria, y esta tecnología no pegó el pelotazo hasta que otros grandes fabricantes europeos lo adoptaron en sus vehículos. ¿Seguimos? Tecnología Common Rail. Un sistema pensado para poder reducir las emisiones y el ruido tan basto que emitían los propulsores diésel carentes de esta tecnología. Todo se gestó inicialmente en 1987, para posteriormente, en 1994, asociarse con Bosch (que cuenta con bastante experiencia en lo relativo a inyección de motores diésel) para introducir la tecnología en la industria, y de ahí, nació en el año 1997 el Alfa Romeo 156 JTD, siendo el primer vehículo del mundo en equipar este sistema.
Durante estos últimos años, estamos viendo como está cada vez más presente en nuestras vidas un sistema denominado Stop&Start, un sistema que detiene el motor de nuestro coche automáticamente cuando nos paramos por ejemplo en un semáforo, y que cuando apretamos el embrague para salir, arranca el motor automáticamente, consiguiendo, de esta forma, reducir consumo y emisiones (hasta un 15% en algunos casos), y además, reducir un poco la contaminación acústica de nuestras ciudades.
Y lo lógico, sería pensar que la invención de este sistema no tiene muchos años. Craso error. Su invención es lo que tiene muchos años, pero no así su popularización, ya que a principios de los años ’80 ya había un coche en el mercado con el sistema Stop&Start, que fue el primero a nivel global en adoptarlo, y estamos hablando de hace más de 20 años. Ese vehículo en cuestión Fiat Regata: eso sí, no en todas sus versiones, sino, en una variante que lanzó el fabricante italiano denominada ES (Energy Saving).
Regata ES: Base del Regata 70
El Regata ES tomaba como base el propulsor del Regata 70, un 1.300 gasolina al que se le realizaron múltiples modificaciones a fin de mejorar su eficiencia, un campo en el que aún, por entonces, quedaba mucho por explorar, si bien, este cúmulo de modificaciones le hacían perder 3 CV, pasando a contar con 65 CV. Estas modificaciones constaban de la instalación de un encendido electrónico ‘Magneti Digiplex’, que no era el mismo que empleaba la variante 70 convencional. Asímismo, se varió también el funcionamiento de la distribución, la relación de compresión era de 9,6:1 (en el 70 convencional de 9,1:1) y el sistema Citymatic (el equivalente al Stop&Start, del que te vamos a hablar de ahora en adelante).
El sistema Citymatic tenía un funcionamiento muy similar al de los actuales S&S para que entrara en funcionamiento: que el motor estuviera en su temperatura de servicio, que estuviera engranado el punto muerto, que estuviera parado y desembragado, y que además, el sistema estuviera activado a través del botón disponible en el salpicadero (sí, has leído bien, teníamos que activar el sistema en el salpicadero, porque no venía activado al arrancar el coche, a diferencia de los coches actuales, donde ya viene activado cada vez que arrancamos el coche). En ese caso, es cuando el sistema detenía el motor, y para que volviera arrancar, bastaba con apretar el embrague para que el motor volviera a la vida de forma automática.
Como es natural, en diversos componentes auxiliares del propulsor se le metió mano para que aguantaran esa carga de trabajo extra. El motor de arranque era específico de esta versión, la batería contaba con una mayor capacidad (aunque no era específica para coches con S&S como ocurre en la actualidad) y además, el alternador era de 65A (en el Regata 70 era de 55A).
Pese a que el sistema funcionaba de forma muy correcta, no presentando problemas en los sucesivos arranques, ni falta de fuerza en ellos, esta variante fue un fracaso, pese a que en ciclo urbano reducía el consumo un 7%. Sólo se comercializaron 5.000 unidades, la red comercial no le dió mucho bombo, y además, los clientes tenían bastante miedo de que por algún casual, el coche en una de aquellas no arrancara. Quizá, esta última idea, lo pudiera alimentar el hecho de que por aquel entonces, Fiat no tenía muy buena fama en términos de fiabilidad, unido a otros factores, como que los carburantes estaban a precios irrisorios comparados con la actualidad, además de que los gobiernos no prestaban tanta atención como en la actualidad al problema de la contaminación, entre otros.