Esta pasada semana se anunció otro movimiento estratégico en la industria del automóvil destinado a que uno de los grupos automovilísticos existentes como es la alianza Renault-Nissan. La ampliación se ha realizado gracias a la adquisición de un 34% de Mitsubishi Motors por un valor de 327.000 millones de yenes (2.081 millones de euros), convirtiéndose de esta forma Nissan en su principal accionista.
Pero este movimiento tiene mucha más trascedencia de la que a priori pueda suponer. De hecho, no ha sido un movimiento estratégico por parte de Nissan, sino algo orquestado desde la propia Mitsubishi Motors a raíz del escándalo que saltó en el mes de Mayo relacionado con el trucaje de las emisiones contaminantes que afectaba únicamente al mercado japonés.
Por tanto, Mitsubishi Motors pasa a ser parte ahora de la alianza Nissan-Renault, catapultándolo como el tercer grupo automovilístico por volumen de ventas, ya que suman más de 10 millones de unidades comercializadas. De forma simultánea, Carlos Ghosn pasa ahora también a capitanear Mitsubishi Motors, ya que será el nuevo presidente del consejo de administración una vez sea nombrado en el mes de Diciembre.
¿Qué implicaciones tendrán para ambos estos movimientos? Fundamentalmente, que podrán intercambiar tecnologías, plataformas para el desarrollo de vehículos así como compras conjuntas. En ningúnc aso Ghosn intervendrá en la gestión de la compañía, al menos tal y como ha anunciado en primera instancia.