Por el momento, el Bentley Bentayga sólo está disponible con una única motorización, el 6.0 W12 biturbo, un alarde de la capacidad de I+D del grupo VAG, que gracias a sus 608 CV de potencia y 900 Nm de par máximo, le ha servido de momento para catapultarlo como el SUV más rápido del mundo a día de hoy. Pero aún pese a la capacidad de su depósito (85 litros), tanto por factores como su propulsor y el peso del conjunto que ha de mover, que no es baladí (2.440 kg).
Con esta combinación, el Bentayga no puede realizar más de 650 kilómetros de autonomía, algo que implica en viajes de larga distancia que a menos que llevemos el depósito siempre lleno, tener que visitar con asiduidad la gasolinera. Y es ahí cuando entran en juego alternativas diésel, que permiten ofrecer autonomías mucho más extensas, teniendo que visitar menos el surtidor.
Por ello, en Bentley se encuentran desarrollando un Bentayga diésel, siendo por tanto el primer modelo de la firma en montar un propulsor que emplee este carburante. El elegido sería el V8 de 4.0 litros TDI del Audi SQ7, un motor cuya potencia es de 435 CV y un par máximo de 900 Nm. Además, teniendo en cuenta que el Bentayga hace uso de un sistema eléctrico de 48V, no tendría problema en hacer uso del turbocompresor eléctrico acompañando a los dos turbocompresores convencionales, logrando de esta forma que la entrega de potencia sea prácticamente inmediata.
El hecho de que hagan uso de la misma plataforma MLB Evo ambos modelos facilitará mucho las labores de transición del mismo motor entre los mismos, además, a priori, no deberíamos ver una diferencia sustancial de prestaciones, puesto que el SQ7 realiza el 0-100 km/h en 4,8 segundos, mientras que el Bentayga W12 necesita 4,1 segundos.