Los fabricantes desarrollan nuevos modelos en plantas donde el secretismo es bastante alto, pero una vez comprobado que todo encaja bien y el modelo parece ser funcional, lo tienen que sacar a la calle para probarlo. Es entonces cuando llegan los quebraderos de cabeza, aunque no debería ser así.
El caso es que una opción es instalando placas de metal atornilladas a la carroceria del coche. Esas placas tienen la obvia función de distorsionar el diseño del nuevo modelo, para que las cámaras no puedan captar por anticipado el diseño. Sin embargo esas placas no solo rompen con la estética del coche y ocultan su diseño, sino que perjudican de forma sustancial la aerodinámica del vehículo. Por ello últimamente se ha puesto de moda usar pegatinas con dibujos abstractos que impiden ver la forma real del vehículo debido al efecto óptico que producen.