Tras más de 50 años de bloqueo, el régimen cubano ha aprobado la medida que permitirá a los cubanos, y a los extranjeros residentes en la isla, la compra de vehículos nuevos y de segunda mano sin necesidad de la carta de autorización que hasta ahora era requerida. La medida pretende modernizar el peculiar parque automovilístico del país, que se ha convertido en todo un reclamo turístico.
Hoy en día, el paisaje urbano de ciudades como la Habana está inundado de infinidad de coches clásicos -la mayoría americanos de la década de los 50-, que lo convierten en todo un museo rodante. Miles de Cadillac, Chevrolet, Ford o Oldsmobile conviven a diario con modelos soviéticos de los 70 y 80 y algunos pocos modernos destinados a alquiler o en manos de pudientes. Ese paisaje puede cambiar en un futuro con la nueva norma y dejar los cansados clásicos únicamente como disfrute para turistas y amantes del motor, y no como una obligación.
Los «almendrones» dejarán paso a nuevos vehículos en Cuba
Los «almendrones» -así se llama a los clásicos americanos en Cuba- han sobrevivido durante décadas gracias a la pericia y el ingenio de los mecánicos cubanos. Para las reparaciones se adaptan repuestos de otras marcas comprados de segunda mano, y en no pocas ocasiones, se han sustituido los enormes motores V8 de gasolina por otros diésel con menores costes de mantenimiento. Sus principales usos son el de taxi para turistas y el del transporte colectivo en ruta.
La norma especifica que los precios de los automóviles nuevos serán de minorista, similar al que reconoce el mercado entre particulares, y con los impuestos recaudados se pretende modernizar el transporte público del país, que actualmente tiene graves deficiencias. Esperamos que esta liberación del mercado no lleve al abandono de los viejos clásicos, y que aún se pueda dar un viaje al pasado por las calles de La Habana.