BMW es uno de los pocos fabricantes que apuesta por una gran diversificación en su gama: por una parte, ha introducido múltiples modelos completamente eléctricos en los últimos tiempos, es uno de los pocos que sigue apostando de manera decidida por los motores de combustión interna y además, también cree en la viabilidad del hidrógeno a largo plazo.
Es por ello que han comenzado la producción del iX5 Hydrogen, un modelo del que de momento no está prevista su comercialización y que está basado en el prototipo i Hydrogen NEXT de 2019 y cuya producción se lleva a cabo a pequeña escala en el Centro de Investigación e Innovación de Múnich (FIZ). Allí se emplean cerca de 900 personas en el taller de ensamblaje, carrocería, construcción de prototipos e ingeniería de modelos. Cada uno, trabaja en hasta seis proyectos de vehículos de forma simultánea, garantizando que tanto el producto como el proceso de fabricación están listos para la producción en serie. Se trata, por tanto, de un coche de desarrollo que completará un programa de pruebas en pequeñas flotas.
Su proceso de producción es muy curioso, ya que se envían BMW X5 estándar desde la planta de Spartanburg (Carolina del Sur) hasta Alemania. Allí se modifica el suelo del vehículo para poder instalar los dos tanques de hidrógeno en el túnel central y en el asiento trasero. Por su parte, la pila de combustible se ubica debajo del capó, donde el motor original iba instalado y el motor eléctrico va en el eje trasero y la batería se reaprovecha de otros eléctricos e híbridos de la gama.
Su motor de pila de combustible entrega 170 CV, fruto de la reacción química entre el hidrógeno y oxígeno, si bien puede llegar a una potencia total combinada de hasta 374 CV. El repostaje del vehículo requiere de entre tres y cuatro minutos y aunque su autonomía no se ha revelado, podría estar en torno a los 500 kilómetros.