En los inicios de la automoción, cuando todavía empezaban a cobrar cierta forma y aún llevaban el radiador al descubierto para obtener mejor refrigeración, empezaban a aparecer las primeras decoraciones que se colocaban encima de los tapones de los radiadores. Normalmente los coches traían sus figuras pero los dueños cambiaban las figuritas por otras, o incluso otros adornos (el tuning de época).
En aquellos tiempos Charles Rolls y Henry Royce no querían ver sus coches con diferentes figuras en el radiador y decidieron hacer algo para identificar su marca de forma definitiva. Ironicamente se inspiraron en la práctica que tan poco les gustaba, ya que el Lord Montagu de Beaulieu había encargado a un escultor una figura para decorar su Silver Ghost. Dicho escultor hizo por encargo una pequeña figura alada que representaba a la amante de Lord Montagu y llevaba un dedo a sus labios que simbolizaba lo oculto de la relación.
Al ver la idea, los fabricantes Rolls y Royce encargan la busqueda de un emblema para sus coches al gerente de la empresa en 1911. A su vez, éste le traspasa el encargo al escultor Sykes, que hace una figura como la del Lord Montagu, pero con los brazos levantados hacia atrás y con la túnica movida por el viento. El propio escultor describe la figura así: «Una pequeña diosa llena de gracia, The Spirit of Ecstasy, quien ha elegido el viaje por carretera como deleite supremo y se ha posado sobre la proa de un Rolls-Royce para gozar de la frescura del aire y del musical sonido de sus ropas ondeando al viento».
A pesar de que la evolución de los coches implicó ocultar el radiador bajo el capó, las figuras y los emblemas se quedaron fuera como elementos decorativos e identificativos.
Vía: Wikipedia