Seguro que te ha pasado cientos de veces. Dejas el coche aparcado en la calle o en un lugar donde esté expuesto al sol abrasador, y cuando vuelves para cogerlo unas pocas horas después, abres la puerta y sientes poco menos que estás entrando al infierno, a un volcán donde la lava emerge a pocos metros de ti. Te sientas en él, y si tu coche tiene algún paquete deportivo o se trata de un deportivo, posiblemente, encuentres adornos metálicos en el pomo de cambio que hagan aún más insoportable la elevada temperatura del habitáculo al no poder tocar algunos de estos elementos porque, literalmente, te quemas. Enciendes el aire acondicionado/climatizador pero hasta pasados unos minutos no es cuando comienza realmente a descender la temperatura del habitáculo.
Llegado ese caso, tienes dos opciones: o abres tu coche, enciendes el sistema de climatización poniendo la tmeperatura más baja y esperas fuera pasando también un insoportable calor, pero mucho más soportable que el que puedas percibir en el habitáculo de tu coche, o te montas en tu coche e inicias la marcha mientras notas como poco a poco te vas cociendo a fuego lento hasta que la temperatura va bajando paulatinamente.
¿Pero cuál es la solución de la que llevas hablando en todo el artículo?
Hoy no te vamos a dar una solución mágica para que cuando llegues a tu coche esté fresco tras haberlo dejado a 40º al sol, pero la opción que te vamos a ofrecer sí que te va a servir para reducir considerablemente la temperatura ambiente del habitáculo (en torno a los 10º) y que pueda facilitar algo la conducción durante esos primeros minutos interminables.
La solución consiste en que deberemos bajar el cristal de la puerta del copiloto en primer lugar. Después, abrimos y cerramos la puerta del conductor rápidamente unas cinco veces y con ello logaremos extraer el aire caliente del vehículo. En el vídeo que te adjuntamos explicado por un profesor japonés (que por cierto, dicho vídeo ya tiene algunos años) lo explica a la perfección para que puedas ponerlo en práctica.
