El futuro de dos emblemas italianos, Alfa Romeo y Maserati, pende de un hilo dentro del gigante automovilístico Stellantis. El grupo ha contratado a la prestigiosa consultora McKinsey & Co. para trazar una hoja de ruta estratégica ante el bajo rendimiento comercial de ambas marcas y la amenaza que suponen los nuevos aranceles del 25% impuestos por Estados Unidos a las importaciones. Esta medida golpea directamente a Alfa Romeo y Maserati, ya que ninguna de las dos fabrica coches en suelo norteamericano, exportando toda su producción desde Europa.
La situación es especialmente delicada si se considera el desempeño de las mismas en 2024. Las ventas globales de Maserati se desplomaron a la mitad, registrando apenas 11.300 unidades y generando pérdidas significativas. Alfa Romeo tampoco escapó a la tendencia, con una caída estimada de entre el 10% y el 15% en sus ventas. Para Maserati, la dependencia del mercado estadounidense, que representa entre el 35% y el 40% de su volumen total, convierte los aranceles en un obstáculo casi insalvable, amenazando con encarecer aún más unos coches que ya enfrentaban dificultades para atraer compradores. Incluso antes de esta nueva política comercial, Stellantis había cancelado una inversión multimillonaria prevista para Maserati, evidenciando las dudas sobre su viabilidad.
McKinsey está evaluando diversas alternativas para las firmas italianas por encargo del presidente de Stellantis, John Elkann. Sobre la mesa se encuentra la posibilidad de buscar alianzas estratégicas con otros fabricantes, especialmente asiáticos, para acceder a nuevas tecnologías y compartir costes de desarrollo. Aunque algunas compañías asiáticas, presumiblemente chinas, han mostrado interés, Elkann parece reacio a vender Maserati a empresas de ese país. Como opción más radical a largo plazo, se contempla incluso la separación de las dos marcas y la venta de Maserati.
Estos problemas se suman a un panorama complejo para el propio grupo Stellantis en Norteamérica, donde sus ventas cayeron un 25% y los beneficios netos un 70% el año pasado. La exposición a los aranceles no se limita a Alfa Romeo y Maserati, ya que otros modelos de marcas estadounidenses del grupo se fabrican en Canadá y México. La consultora McKinsey tiene ahora la compleja tarea de encontrar soluciones para estas icónicas marcas italianas, cuyas dificultades previas se ven agravadas por un entorno comercial cada vez más adverso. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para definir si Alfa Romeo y Maserati pueden recuperar su brillo bajo el paraguas de Stellantis o si su camino pasa por nuevos horizontes, ya sea mediante alianzas o una separación definitiva.