Los fabricantes de coches, antes de lanzar al mercado un nuevo modelo, acostumbran sobre ellos a llevar a cabo todo tipo de pruebas de estrés (mantener motores encendidos durante varios días, recorrer cientos de miles de kilómetros, cambios drásticos de temperaturas…) a fin de asegurar la fiabilidad de los mismos en todo tipo de condiciones.
Tesla no es una excepción y también tiene unidades a modo de ‘mulas’ con las que realizar esas pruebas. En concreto, en su último lanzamiento (el Tesla Model 3), han dispuesto de unidades con las que han recorrido 1,6 millones de kilómetros. Y ha sido el propio Elon Musk quien ha publicado un tweet donde nos muestra el estado de desgaste de su transmisión y motor tras recorrer esa gran distancia.
Como se puede apreciar, los engranajes están en perfecto estado de conservación y cuesta creer que una cifra tan elevada de kilómetros haya sido recorrida con ella. Sin embargo, esto no es algo que haya sido casual y de lo que se hayan percatado tras despiezar los componentes: ya en 2015 se propusieron aumentar la vida de sus componentes de los 320.000 kilómetros hasta los 1,6 millones.
Gracias a que un coche eléctrico presenta menos partes móviles y susceptibles de desgaste mecánico respecto a uno de combustión, poder focalizarse en aquellos componentes mecánicos sometidos a desgaste es mucho más fácil, y si realmente hay voluntad por parte del fabricante, se pueden conseguir durabilidades que incluso superen a las de los vehículos con motores convencionales.
Lo que ya parece mucho más complejo es pelear contra la degradación que sufren las baterías como consecuencia de los ciclos de carga y descarga a las que son sometidas, y cuyo coste no es nada económico si se quieren reemplazar.