Hace algunos días te comentamos que un multimillonario británico de una petroquímica (Jim Ratcliffe) se estaba planteando adquirir los derechos del Land Rover Defender cuya fabricación cesó meses atrás para volver a producirlo aprovechándose de las normativas más laxas que se aplican a fabricantes de baja escala, salvaguardando de esta forma las exigencias en materia de seguridad y emisiones que se aplican a los fabricantes de gran tirada.
Pues bien, si te estabas haciendo ilusiones con el hecho de poder adquirir un modelo con 68 años de historia a sus espaldas y con una más que sobrada capacidad fuera del asfalto, tenemos malas noticias: Land Rover ha rechazado de manera contundente que planee vender la propiedad del Defender o incluso vender su cadena de montaje y comercializarlo bajo otra nomenclatura, asegurando, además, que contará con un relevo, que se espera que aterrice en el mercado en 2018 o 2019. Sus palabras textuales han sido «no vamos a dejar a nadie producir nuestro Defender».
La preocupación latente por parte de muchos seguidores del modelo radica en que se espera una pérdida de la rudeza y robustez que ha caracterizado hasta la fecha al Defender, convirtiéndolo en un producto mucho más moderno como es natural, sofisticado, pero también mucho más complejo de reparar, mantener y revisar. De ahí que una noticia como la que anunciamos haya suscitado tanta excitación, aunque lamentablemente, ha caído en saco roto.
Mientras tanto, seguiremos a la espera de la nueva generación del Defender. ¿Qué expectativas tienes puestas en ella?
Sacarán un modelo a la altura con similar diseño, por ejemplo a lo que han hecho con el Mustang y Challenger, o el Fiat 500. Pero no como el Mini (más bien Maxi) por favor, que se lo cargaron