Al final de la tarde del día de ayer toda la espera, la expectación y en general todas las incertidumbres quedaron claras: Jenson Button se llevó el mundial de Fórmula 1 de una manera más o menos discreta, dejando a su compañero Rubens Barrichello sin ninguna esperanza en su propia casa y en general, dejando claro que es el número uno. Pero…
¿Realmente se lo merece? No fue celebrarse el podio del Gran Premio de Brasil cuando ya se oían por todos los rincones que Barrichello se lo había merecido más, o intentos de restarle mérito al campeonato del inglés porque Brawn GP no es el equipo modesto que supuestamente quiere aparentar. ¿Realmente es así?
Echando la vista atrás no es difícil recordar aquellos meses donde el futuro -ya pasado y presente- de la ex-Honda estuvo en el aire. Cuando publicamos la noticia de que iba a desaparecer, y cuando el ya más que legendario Ross Brawn decidió tirar del proyecto y con un gran equipo lleno de ilusiones y prácticamente sin patrocinadores, lo sacaron adelante para al menos un par de carreras. ¿Y qué consiguieron?
Consiguieron aplastar, dominar, y dejar más que claro lo que se puede hacer partiendo de una base de sólo dos coches y una fábrica. Sólo eso, nada más. Dos monoplazas sin motor alguno, sin puntos para evolucionar y por supuesto sin más apoyo que el de ellos mismos. Con una desaparición al borde de conseguirse, han pasado a estar en lo más alto y llevarse de una forma muy clara ambos títulos, hacer doblete en su primer año. ¿Por qué no?
Hoy además Jenson Button nos ha dejado claro que cuando debe pelear como nadie para llevarse lo que quiere, lo hace. Cuando se juega todo el mundial y quizás la única oportunidad de su carrera deportiva para serlo en una curva tras otra, para cruzar el eje trasero y quedarse a poco más de unos centímetros de la rueda del coche rival y de perderlo todo ahí, de quedarse sin opciones, sin nada. La diferencia de la desgracia y de la gloria, de los auténticos campeones a los que lo son por rutina. Es quizás esto lo que ha sucedido hoy, y por lo que muchos creen que Rubens no ha sido campeón y difícilmente lo será por mucho que el brasileño lo intente y ponga empeño. Al fin y al cabo, se lleva en la sangre, ¿no? El ganar o perderlo todo en una diferencia de apenas centímetros, milímetros en ocasiones.
Pues yo no dudo que se lo haya merecido. Salió muy fuerte, se la jugó y venció.
Lástima lo de Alonso, pero bueno… Y muy bien Alguersuari al no meterse en historias cuando se lo encontró a la salida de boxes; hubiera sido un error hacer caso a Lobato cuando decía «Vamos Jaime», imaginaos el cuadro si lo intenta y tienen un toque.
Fue una carrera magnífica. Kobayashi fantástico, aunque lo que le hizo a Nakajima no tiene nombre.