Hace algunas décadas, algunos fabricantes ya desarrollaron con éxito versiones eléctricas de sus modelos más existosos, si bien, a diferencia de ahora, tenían un enfoque más bien experimental, puesto que estaban mucho más limitados por la autonomía y prestaciones.
Un claro ejemplo es el Kadett Impuls I, que tomaba como base el Kadett de producción y que ahora cumple 30 años. Fue un desarrollo conjunto con la empresa energética RWE y con el fabricante de baterías SAFT donde se empleaba un motor eléctrico de 16 kW (22 CV) instalado en el capó delantero y alimentado por un paquete de baterías de 14,3 kWh con tecnología níquel-cadmio. El resultado es que con una sola carga podía recorrer 80 kilómetros mientras que para realizar una carga completa requería de 5 horas.
El peso de las baterías era de 310 kilogramos y ocupaban un volumen de 170 litros. Pese a ello, los ingenieros de la firma realizaron un gran esfuerzo para minimizar al máximo el impacto sobre el espacio interior y la capacidad del maletero y prueba de ello es que frente a los 390 litros que ofrecía el Kadett térmico, este Kadett eléctrico ofrecía 330 litros.
Sus prestaciones dada la potencia de su motor no eran especialmente brillantes, por lo que su 0-50 km/h era de cerca de 10 segundos y su velocidad máxima de 100 km/h, de ahí que tuviese un enfoque principalmente urbano. Aunque eso sí, contaba con una innovadora tecnología en la época como era la frenada regenerativa, hoy totalmente democratizada, pero por aquel entonces toda una rareza.