Es difícil que si sueles seguir medios, canales de YouTube o foros relacionados con el mundo de motor, a lo largo de estos años no te hayas hecho de los problemas con los motores EB de PureTech, ya que muchos de sus usuarios llevan muchos años manifestando problemas y ahora finalmente la marca ha dado su brazo a torcer dando una solución que debería poder contentar a todos.
La historia de los PureTech de la familia EB correspondiente a las cilindradas 1.0 y 1.2 se remonta a 10 años atrás, cuando el grupo Stellantis era todavía el grupo PSA. Unas motorizaciones que sobre el papel resultaban muy interesantes, pero que debido a un fallo de diseño ha sido una pesadilla para muchos de sus usuarios.
El problema de diseño radica en la distribución bañada en aceite (pensada para reducir vibraciones y rozamientos), donde sufren un desgaste prematuro, haciendo que se desintegre y por tanto acabe obstaculizando la circulación del aceite y bajando la presión del mismo, dando como resultado que en muchos casos se tenga que reemplazar el motor.
Esto hizo que las marcas del grupo tuviesen que acortar el ciclo de sustitución de la correa considerablemente, hasta los 100.000 km o seis años, pero en muchos casos, acaban siendo reemplazadas mucho antes debido a que su estado ya muestra signos de desgaste.
En 2022 Stellantis corregió los problemas con el lanzamiento de la tercera generación de la familia con la introducción de cadenas de distribución en los mild hybrid así como correas reforzadas de mayor ancho en el resto.
Ahora, para dar una solución a los motores anteriores, en Stellantis han enviado un comunicado a todos los concesionarios de su red para que todos los motores producidos antes de junio de 2022 correspondientes a esta familia, pasen a ampliar su garantía de manera retroactiva a 10 años o 175.000 kilómetros en toda Europa, haciéndose cargo tanto de los costes de reparación como de las piezas.
Eso sí, será necesario que el vehículo haya cumplido con el programa de mantenimiento establecido por el fabricante, ya sea en su red oficial o si no, en su defecto, en talleres de terceros donde se pueda demostrar con facturas el mantenimiento llevado a cabo y este coincida con el que exige el fabricante.
Lo que no sabemos es lo que pasará con los dueños que ya hayan tenido que cambiar la correa (cuyo coste es cercano a los 1.000 euros), por lo que probablemente en este caso no quede cubierto.
