East Coast Defender (ECD) sigue volcada en el modelo tradicional del Land Rover Defender en lugar de dedicar sus esfuerzos al nuevo integrante del catálogo. Prueba de ello es el útimo trabajo que nos han presentado denominado «Project Blackcomb» que es mucho más que una preparación estética: sustituye su motor de serie por un potente V8.
Sobre al base del Defender 90 (batalla corta), cuenta con una carrocería acabada en Zermatt Silver con detalles en negro brillante a contraste como pasos de rueda y embellecedores de los faros. Las llantas son de 18 pulgadas de marca Sawtooth y cuentan con neumáticos BF Goodrich all-terrain. En su habitáculo, lo más llamativo son los semibaquets con tapicería con un patrón de diamante y pespuntes blancos a contraste.
También hay un volante Momo deportivo que suprime el airbag, mientras que se introduce un sistema de infoentretenimiento en la consola central. Otro detalle no menos llamativo es el cuatro de instrumentos, que ahora es completamente nuevo al estrenar relojes.
No han querido perder la ocasión para modernizar la tecnología que ofrece a bordo, por ello, cuenta con la posibilidad de arrancar remotamente el vehículo, la creación de un punto de conexión Wi-Fi, salidas de aire traseras e incluso acceso y arranque sin llave.
Pero volvamos a lo más interesante: su motor. A diferencia de la limitada serie del Land Rover Defender Works también dotada con un V8, en este caso aboga por un LS3 V8 de origen General motors (como el del Corvette) que cuenta con un cubicaje de 6.2 litros y una potencia de 565 CV, controlado eso sí por una caja de cambios automática de seis velocidades que mejorará considerablemente las prestaciones de serie y lo hacen mucho más capaz fuera del asfalto.