Esta semana ha pasado por el garaje de MotorAdictos un vehículo con el que Audi ha conseguido situarse en los puestos más altos del segmento de los SUV de tamaño medio. Llegó al mercado en 2008 como una alternativa más racional al imponente Q7, y no tardó en hacerse hueco en un nicho de mercado que cuenta cada día con más demanda.
Sin duda estamos hablando del Audi Q5, equipado para la ocasión con el propulsor diésel de dos litros y 177 CV de potencia, que se sitúa en un punto intermedio dentro de esa cilindrada, entre el motor de 150 CV y el recién estrenado Clean Diésel de 190 CV. Cuenta con tracción permanente a las cuatro ruedas Quattro y cambio automático de doble embrague S tronic.
Sus rivales directos, por precio y calidades son el BMW X3 y el Mercedes Benz GLK, ambos con un concepto bastante similar al Q5, pero con sutiles diferencias que hacen que cada uno tenga una personalidad propia.
A lo largo de esta prueba, dividida en dos partes, trataremos de analizar todos los detalles que han conseguido hacer del Audi Q5 un vehículo tan codiciado e interesante. Comenzamos con el diseño, el habitáculo y la mecánica.
Diseño
El Audi Q5 se diseñó como un Q7 a escala, por lo que sus líneas maestras son compartidas, aunque en un tamaño que a mi parecer le sienta bastante mejor. Tanto en el frontal como en la zaga tiene elementos que lo identifican inequívocamente como un modelo de la marca de los cuatro aros, como los grupos ópticos y la extendida parrilla singleframe de diseño vertical.
Sus dimensiones son de 4,62 metros de largo, 1,89 metros de ancho y 1,65 metros de largo. La distancia entre ejes es de 2,80 metros. Para hacernos una idea de su tamaño, es 8 centímetros más corto, 7 centímetros más ancho y 23 centímetros más alto que un Audi A4. Ambos comparten la longitud de batalla.
La apariencia general es la de un vehículo elegante y robusto, esto último acrecentado gracias al paquete offroad (2.325 euros) que equipa nuestra unidad de pruebas, y que incluye protecciones de plástico en los paragolpes y arcos de las ruedas, lo que le da una apariencia aventurera.
El alto frontal cuanta con una parrilla trapezoidal que da cabida a la placa de matrícula y al logotipo de la marca. A ambos lados, unas características ópticas con tecnología LED en su perímetro, que lo hacen inconfundible incluso a largas distancias. Más abajo tenemos los añadidos de plástico del paquete offroad ??con la zona intermedia en acabado cromado-, y los faros antiniebla.
La vista lateral está protagonizada por las enormes llantas de 20 pulgadas -2.750 euros-, que montan neumáticos en medida 255/45/R20 y rellenan unos voluminosos pasos de rueda. Para aportar un mayor dinamismo al diseño, sobre las protecciones del arco de las ruedas se han dibujado dos marcadas nervaduras, coincidiendo con la línea de pliegue del modelo.
El techo toma una suave línea descendente a medida que se avanza hacia la trasera, y cuenta con barras longitudinales cromadas, a juego con las llantas y la línea inferior de las ventanillas. Ya en la zaga, los pilotos traseros se reparten entre el paragolpes y el portón, este último con un discreto escalón entre las ópticas, que sirve para ocultar la cámara de visión trasera.
Esta zona también cuenta con tecnología LED para la iluminación, lo que ayuda a dotar al Q5 de una apariencia muy tecnológica y sofisticada al circular de noche. La zona inferior está presidida por un difusor cromado que abraza una única salida de escape del mismo color.
Habitáculo
Sus generosas dimensiones permiten una habitabilidad interior muy interesante, superior al de una berlina media, sobre todo en lo que a altura se refiere. A esto hay que añadir la alta calidad de sus materiales y ajustes, que consiguen crear un ambiente que mezcla lujo y deportividad en su justa medida.
El diseño no sorprende, ya que es común al mostrado en buena parte de la gama de Audi, con el que resuelve perfectamente la integración de todos los elementos y controles necesarios. Nuestra unidad contaba con una gran luminosidad, que aportaban el enorme techo panorámico practicable -1.675 euros- y la tapicería de tonos claros que combina el cuero con la alcántara -1.700 euros-.
El puesto de conducción es muy cómodo, ligeramente elevado con respecto a una berlina, pero sin llegar a ser incómodo. La postura ideal se consigue gracias a los múltiples reglajes eléctricos en sus asientos delanteros, que permite afrontar largos recorridos sin fatigarnos lo más mínimo. Todos los mandos y controles están a mano y donde se espera, y tienen un tacto agradable y preciso.
La visibilidad es buena para tratarse de un vehículo tan voluminoso, y para las maniobras de aparcamiento contamos con la ayuda de sensores delanteros y traseros y cámara de marcha atrás. Los grandes retrovisores exteriores ofrecen una excelente visión de todo lo que ocurre a nuestra espalda, pero es precisamente su tamaño el que resta visibilidad hacia delante, sobre todo en maniobras en ciudad a baja velocidad.
El volante presenta un diseño deportivo de tres radios, e incluye los mandos para el manejo del equipo multimedia, el teléfono y el ordenador de a bordo. Todo ello se puede visualizar en una completa pantalla situada entre los relojes del cuadro de instrumentos. El salpicadero está presidido por una pantalla a color que carece de función táctil, pero que es comandada por el eficaz sistema MultiMedia Interface -MMI- que se controla desde una completa botonera situada tras la palanca de cambios.
La consola central está ocupada por el freno de estacionamiento eléctrico con función auto hold, la palanca de cambios ??con un manejo sencillo y preciso-, un reposabrazos extensible y dos posavasos, que cuentan con la función ??el más cercano al conductor solamente- de calentar o enfriar nuestra bebida según seleccionemos uno u otro botón.
Bajo la pantalla y en orden descendente nos encontramos con las salidas de aire para la climatización, las entradas de CD, DVD, SIM y tarjetas SD y los controles del climatizador dual. Una pequeña inscripción sobre la zona de la guantera nos hace saber que estamos a bordo de un modelo con tracción Quattro. La dotación a bordo es muy completa, pero no olvidemos que nuestra unidad acaparaba buena parte del catálogo de opciones disponibles para el Q5. En la guantera contamos con una entrada denominada media-in a la que se pueden acoplar cables de conexión como el del iPod o una toma USB, que debería incluirse de serie y ubicada en un lugar más accesible.
Las plazas traseras cuentan con espacio más que suficiente tanto en altura como en espacio para las rodillas, aunque como suele ser habitual, el ocupante de la plaza central se las tendrá que ver con un voluminoso túnel de transmisión que impide que se puedan colocar cómodamente los pies. Esta segunda fila de asientos se pueden desplazar de forma longitudinal, dependiendo de si necesitamos más espacio para las rodillas o para el maletero. Los respaldos también permiten regular un cierto grado de inclinación que aumenta el confort en los desplazamientos largos.
El maletero tiene una capacidad de 540 litros, ampliables hasta los 1.560 abatiendo los asientos traseros, que dejan un espacio de carga prácticamente plano. Es similar en tamaño al del BMW X3 -550 litros-, y superior al del Mercedes GLK, que se conforma con 450 litros de capacidad. Bajo el piso tenemos un doble fondo que alberga una rueda de repuesto de emergencia y el subwoofer del sistema de sonido de alto rendimiento Bang & Olufsen -1.160 euros- que equipaba nuestra unidad de pruebas.
La boca de carga es solidaria al suelo del maletero, y el portón cuenta con apertura y cierre eléctricos -600 euros-, lo que es de agradecer si tenemos en cuenta el peso del portón, que incluye las ópticas traseras cuando se desplaza.
Mecánica
La mecánica que hemos puesto a prueba es la diésel de 177 CV asociada al cambio automático de doble embrague S tronic. A priori puede parecer un propulsor potente, pero hay que tener en cuenta que el Q5 no es precisamente liviano, ya que su peso se acerca a la cifra de los 1.900 Kg. No obstante es una opción equilibrada y ahorradora ??homologa 6,1 litros/100 km– para todo aquel que no dé prioridad a las prestaciones.
Aun así, este SUV es capaz de acelerar de 0 a 100 en 9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 200 km/h. No son cifras de escándalo, pero si tenemos en cuenta los datos anteriores veremos que en absoluto es un modelo lento.
El bloque no es otro que un dos litros turbo de cuatro cilindros ubicado de forma longitudinal, capaz de ofrecer una cifra de par de 380 Nm entre las 1.750 y las 2.500 RPM. Transmite la potencia a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios automática de siete velocidades, que permite un modo secuencial controlado desde la palanca o desde levas situadas tras el volante.
Cuenta con sistema start&stop cuando paramos y mantenemos pisado a fondo el pedal del freno, aunque si nuestra detención va a ser corta, podemos dosificar la presión sobre ese pedal y así indicar al coche que no deseamos que pare el motor. Una solución sencilla, que evita usar innecesariamente el sistema en retenciones y otras situaciones similares.
El funcionamiento del cambio es excelente, suave en conducción tranquila, y rápido y preciso cuando el conductor requiere una aceleración contundente. A día de hoy estamos hablando de uno de los mejores cambios automáticos que podemos encontrar en el mercado.
El motor no transmite vibraciones al habitáculo, y la insonorización de la cabina está muy lograda, lo que en conjunto hace que el confort interior esté a la altura de lo que se espera de un vehículo de su categoría y precio.
No os perdáis la segunda parte de la prueba, donde hablaremos de la capacidad de personalización, equipamiento y precios del Q5, sin olvidarnos de la prueba dinámica, donde tratamos de poner a este SUV en apuros para exprimir todos sus recursos, diseñados para ofrecer el máximo sean cual sean las condiciones en las que circulemos.
Enlace: segunda parte de la prueba (equipamiento, comportamiento, conclusión)