Citroën vuelve con a la carga con el C4, pero en este caso, lo hace con una fórmula claramente diferenciada del modelo de segunda generación que cesó su producción en el 2019: ahora cuenta con un aspecto más campero -acorde a las tendencias que impone el mercado- y también se adelanta a algunos de sus competidores, ofreciendo además de mecánicas diésel y gasolina, una opción 100% eléctrica.
Estética
El Citroën C4 Cactus ya contaba con una estética muy particular y en este caso no es menos, ya que no se han limitado únicamente a ‘camperizarlo’. Cuenta con una longitud de 4,36 metros, una anchura de 1,80 metros y una altura de 1,52 metros. Su distancia al suelo es de 156 mm si equipamos llantas de 18 pulgadas (que a su vez, van aparejadas a los amortiguadores progresivos), si bien, esta altura no proporciona ninguna ventaja en términos de circular fuera del asfalto.
Su estilizado capó es uno de los elementos que más llamativos resultan de su frontal, mientras que la configuración de sus ópticas está en la línea de otros modelos de la firma, con unas luces LED diurnas separadas de los faros principales y que van ligadas a la calandra, haciendo además el conjunto una forma de Y. Encontramos además dos parrillas y unos faros antiniebla ubicados dentro de un cerco que puede ir en diferentes colores.
Esa firma en forma de Y también la encontramos en la zaga, con unas ópticas que están unidas por un listón de color negro, además de un paragolpes con unas salidas de escape falsas -en caso de que cuente con motor térmico-. No podemos pasar tampoco en la vista lateral la caída pronunciada de su techo que nos recuerda a la de un coupé.
Interior
Su habitáculo se ha digitalizado por completo, contando ahora con un cuadro de instrumentos digital de cinco pulgadas y una pantalla en el centro del salpicadero de 10 pulgadas para controlar el sistema de infoentretenimiento. Si tenemos que ponerle una pega al cuadro de instrumentos es que pese a ser digital, no es tan avanzado como el de algunos de sus competidores, donde cuentan con potentes procesadores gráficos que permiten mostrar el navegador en dicha pantalla además de otros muchos datos que no es posible mostrar en el caso del C4 y ëC4, ya que se encuentra mucho más limitado en ese sentido.
Por otra parte, también nos ha sorprendido para bien el ajuste de los acabados, dando un gran salto adelante en ese sentido respecto al C4 Cactus. Otro punto a favor es que afortunadamente no todos los mandos se han suprimido para incorporarlos dentro de la pantalla táctil, por ello, los controles de climatización siguen siendo botones físicos, algo que permitirá poder hacer uso de los mismos sin necesidad de retirar la vista de la carretera.
Han prestado también especial atención a los compartimentos, pro ello, cuenta con un total de 16 que suman 39 litros extra de capacidad de almacenamiento. Y pensando en el ocupante delantero, puede contar con la solución ??Smart Pad Support?, que es un soporte retráctil en el salpicadero para poder colocar una tablet sin que esta se caiga a la hora de tomar curvas. Y lo más importante, en caso de accidente, el airbag pese a estar colocada seguirá desplegándose y la tablet no interferirá.
Respecto al espacio del maletero, algo que nos ha sorprendido gratamente es que cubica los mismos 380 litros en la versión eléctrica y en la versión de combustión. No es una cifra que sea de las mejores del segmento, pero sí que se sitúa en la media.
Motores
La gama de motores cuenta con opciones gasolina, diésel y una 100% eléctrica como te contábamos al inicio. Empezando por este último, el Citroën ë-C4 monta una batería con una capacidad de 50 kWh y un motor eléctrico con una potencia de 100 kW (un conjunto ya sobradamente conocido en PSA) que le permite ofrecer una autonomía media homologada de 350 kilómetros de acuerdo al ciclo WLTP.
El resto de motores son tres gasolina PureTech: dos 1.2 tricilíndricos de 100 y 130 CV además de un 1.6 tetracilíndrico con 155 CV. Por su parte, hay dos opciones diésel, ambas bajo el mismo bloque BlueHDi de 1.5 litros con potencias de 110 y 130 CV. Ninguno de ellos puede contar con tracción total -no te dejes llevar por su estética- ni tampoco con un sistema Grip Control que mejora la motricidad en determinadas condiciones apoyándose en el uso de neumáticos M+S.
Comportamiento dinámico
Hemos podido probar la motorización diésel de 130 CV y la variante 100% eléctrica de 100 kW. Lo primero que nos llama la atención -y que es común en ambos- es la comodidad que ofrece le modelo, gracias a los amortiguadores con topes hidráulicos y asientos Advanced Comfort que equipa, algo en lo que sin duda sobresale respecto a sus rivales.
Empezando por el ëC4, aquí encontraremos notables diferencias en la forma de entregar potencia en función del programa de conducción escogido, teniendo que recurrir al modo Sport si queremos obtener el 100% del rendimiento y el programa Eco si no necesitamos tanto la potencia y sí primar la eficiencia (aquí entrega un 60% de la potencia).
Dado que hemos podido probar durante un breve periodo de tiempo ambos, nos vamos a centrar en las diferencias existentes a la hora de conducir ambos. El ëC4 tiene un peso 220 kilogramos superior, si bien, se ve compensado porque su reparto es mucho más equilibrado, algo que aún pese al lastre del mayor peso, sí que le permite lograr un mejor comportamiento en carreteras sinuosas, donde el diésel se muestra más subvirador, si bien pese a eso se muestra bastante noble.
En cualquier caso, el C4 en ambas variantes es un coche que acusa balanceo en curvas, si bien es cierto que por contra, nos ofrece una comodidad y confort a bordo muy superior al de sus principales rivales. Aún pese a lo que nos pueda sugerir su aspecto «crossover», muestra un comportamiento en línea de una berlina del segmento C.
Además, debemos tener en cuenta la inmediatez de la respuesta del eléctrico, algo que aún pese a no contar con una potencia especialmente destacable, sí que lo hace muy agradable de conducir.