Los neumáticos son nuestra conexión directa con el asfalto, por ello, sin quitarle importancia a otros muchos elementos, son probablemente uno de los más importantes, por lo que no debemos escatimar en ellos ni tampoco obviarlos a la hora de hacer largos trayectos o simplemente por periodicidad para asegurar que su estado es correcto.
En lo referente al mantenimiento de los mismos (sin obviar tampoco cambiar los neumáticos cuando la banda de rodadura sea inferior a los 1,6 mm de profundidad establecidos legalmente), uno de los elementos más escuchados son las presiones con las que cuentan. Es imprescindible mantener en todo momento una correcta presión de los mismos, de acuerdo a las distintas tablas con las que cuentan los fabricantes para nuestro modelo de vehículo. Es una operación muy sencilla, al alcance de todos los automovilistas. En cualquier caso, si no te ves capaz de realizar el procedimiento, existen talleres especializados como el taller Volkswagen en Pamplona, donde solicitando cita previa en taller Volkswagen podrán darte servicio.
Ahora bien… ¿qué sucede si nos excedemos? Si retrocedemos tres años atrás, es posible que recuerdes cómo el escándalo de emisiones de Mitsubishi se cimentaba precisamente sobre esto mismo: la sobrepresión de las ruedas y su efecto sobre el consumo. Los japoneses no fueron tan sofisticados, y en este caso recurrieron a incrementar la presión por encima de lo recomendado a la hora de realizar mediciones, haciendo que el neumático se deformarse y contase con una menor banda de rodadura, por lo que el rozamiento con el asfalto disminuye, y por consiguiente, el consumo de carburante.
Pero esto sin embargo es una navaja de doble filo, ya que esto implica que el comportamiento del vehículo sea más inestable, ya que los flancos se quedan sin apoyo y además, la rueda se desgastará de manera irregular, acortando por tanto la vida útil del neumático. Así que poniendo en una balanza lo que aporta (más eficiencia) y todo lo que nos resta (menos adherencia, más distancia de detención y aumento del riesgo de colisión) es evidente que esta práctica no debe llevarse a cabo bajo ninguna circunstancia.
Hay que tener en cuenta, además, que dependiendo de si vamos a circular con el coche a plena carga, deberemos revisar las presiones para adecuarlas a la situación, ya que no nos servirán las presiones que marca el fabricante para condiciones normales. Y por supuesto, es recomendable inflar los neumáticos en frío, sin apenas haber recorrido kilómetros a fin de que la medición de los medidores de presión sea lo más fiable posible y no caigamos en el error de quedarnos cortos o pasarnos, con las consecuencias que aquí explicamos.