El Ford Mustang GTD, una de las creaciones más espectaculares de Ford durante las últimas décadas, se enfrenta al mismo problema al que se están enfrentando muchos coches ‘especiales’ de tirada limitada: la especulación. Para combatirla, la firma del óvalo azul ha implementado una cláusula que obliga a los compradores a mantener el vehículo durante al menos dos años antes de poder venderlo, siguiendo los pasos del controvertido caso del Ford GT.
La medida busca garantizar que los 815 CV del motor V8 sobrealimentado de 5.2 litros no terminen relegados a garajes como piezas de colección. Con un precio base de 325.000 dólares (unos 310.700 euros) y opciones como el Performance Package que elevan su coste34, el GTD ha generado una demanda sin precedentes: más de 7.500 solicitudes solo en Norteamérica para una producción estimada de 300-700 unidades anuales. Este desequilibrio entre oferta y demanda podría impulsar su valor en el mercado secundario, un escenario que Ford intenta retrasar.
Esta política en la firma del óvalo azul no es nueva. En 2017, Ford demandó al luchador John Cena por vender su Ford GT antes del plazo establecido, un caso que terminó en un acuerdo extrajudicial. Aunque las sanciones exactas para los infractores del GTD no se han detallado, se especula con vetos a futuras compras de modelos exclusivos. La marca insiste en que el GTD –capaz de completar el Nürburgring en 6:57.685 minutos– debe ser conducido, no almacenado.
Esta práctica refleja una tendencia en la industria. Tesla aplicó cláusulas similares con el Cybertruck, incluyendo multas de 50.000 dólares por reventas lucrativas. Marcas como Porsche y Lamborghini también controlan la distribución de sus modelos limitados, priorizando clientes leales.
En cualquier caso, esta medida no evitará que una vez transcurrido ese periodo exigido por Ford, su precio acabe siendo mucho mayor del que pagaron los propietarios por él (y que además, seguirá creciendo en un futuro).
