Renault y Nissan se encuentran atravesando una situación muy delicada en la actualidad. Fundamentalmente porque se han llevado a término tres sucesos que han golpeado con contundencia a la alianza: el escándalo de Ghosn (acusado de diversos delitos por las autoridades japonesas y la propia Nissan), la caída de ventas producida en algunos segmentos y la estocada final: la crisis provocada por el COVID-19.
Mientras que Nissan ya está ejecutando su plan de ajustes (que según la prensa japonesa, incluiría el cierre de la factoría en Barcelona), desde Renault también están estudiando ya las medidas que llevarán a cabo para poder capear el temporal. También se contempla que las diferentes marcas de la alianza se vuelquen más en mercados específicos, como es el caso de Renault en Europa, Mitsubishi en el sudeste asiático y finalmente Nissan en China y Estados Unidos Y ahora Reuters informa sobre parte de las medidas que se llevarían a cabo sobre Renault, si bien, todavía no están confirmadas al 100%.
Este paquete de medidas pasaría por prescindir de algunos de sus modelos más icónicos como el Escape (precursor de los monovolúmenes modelos del mercado europeo y nacido en 1984) o el Scénic, así como otros más recientes como el Talisman, como parte de la estrategia para recortar 2.000 millones de euros en costes durante los próximos tres años.
En su lugar, se centrarán en el desarrollo de SUV, cuyo auge comercial no deja de ser -al menos, por el momento- incesante. En el caso del Escape está previsto que sea reemplazado por un D-SUV eléctrico derivado del Nissan Ariya y que también serviría para reemplazar al Koleos, mientras que en el caso del Scénic, su reemplazo será la segunda generación del SUV Kadjar. El Talisman no contaría con un relevo y en aquellos mercados como Corea del Sur donde este segmento todavía cuenta con tirón comercial este segmento, se remarcaría algún modelo de Nissan perteneciente al mismo.