Es difícil que a estas alturas no conozcas a Jon Olsson, pero no por sus habilidades como esquiador, sino por su particular estilo a la hora de personalizar aquellos coches que han pasado por sus manos como el Audi R8, Lamborghini Huracán y en última instancia, el Audi RS6 Avant DTM del que tanto eco nos hicimos en su progreso de preparación, posterior presentación y hasta acabar en el fatídico final que sufrió tras ser robado.
Era cuestión de tiempo que Olsson volviera y lo hiciera por la puerta grande, no sólo con una creación que nos volviera a dejar con la boca abierta, sino que además, usara una base algo atípica para estos menesteres. Dicho y hecho: el elegido ha sido un Rolls-Royce Wraith, un coche que por filosofía y planteamiento, choca de lleno con el enfoque que plantea, por ello el resultado es aún más singular si cabe.
Empecemos por la parte menos polémica: su motor. Se mantiene el mismo V12 característico de 6.6 litros sobrealimentado que en especificaciones de fábrica entrega 630 CV y 820 Nm de par. Si bien, gracias a una serie de cambios que no se han comunicado, se ha logrado aumentar hasta los 810 CV, suponiendo una clara mejora prestacional de la que tampoco conocemos información por el momento. Lo que sí es palpable es el nuevo escape deportivo con el que cuenta, que hace aumentar la vigorosidad sonora de sus doce cilindros.
Vayamos ahora con la parte más llamativa: su estética. Se sustituyen las llantas de serie por unas Forgiatto de 24 pulgadas (sí, has leído bien), mientras que la altura de su carrocería se rebaja (si bien, inicialmente se barajó transformarlo en un modelo off-road), baca en el techo magnética, así como faros auxiliares en techo y parrilla.
Ahora sólo nos queda hacernos una pregunta…. ¿con qué nos sorprenderá la próxima vez?