Tras 10 años de producción, el que estaba llamado a ser el coche que pretendía brindar a todas las familias de la India de un coche para poder mejorar la comodidad de sus desplazamientos y de manera simultánea hacerlos más seguros finalmente nos ha dejado: adiós al TATA Nano. Y aún con un argumento tan llamativo: «el coche más barato del mundo», ha sido un estrepitoso fracaso.
¿Por qué? ¿cómo es posible? Por increíble que parezca, a las clases más bajas no les gusta que le vean en un coche que todo el mundo sabe que es el coche más barato del mundo, ya que allí el coche es una proyección de imagen y status social, por lo que no ayuda a transmitir esa imagen que pretenden proyectar al resto.
Y este argumento tan ridículo ha sido precisamente el que sus ventas hayan fracasado, algo que ha intentado enmendar en todos estos años TATA completando su oferta de equipamiento o haciendo algunos cambios estéticos que le den una imagen más robusta y de coche más caro, pero la imagen ya estaba forjada.
Su precio tan económico se conseguía a base de recortar en muchas áreas, pero especialmente en seguridad y equipamiento. Esto hacía inviable exportarlo a otros mercados con normativas muchos más exigentes (como Europa), si bien se llegó a estudiar el lanzamiento de un Nano más caro y más equipado que cumpliera con la normativa, finalmente se desestimó y se quedó en su mercado natal, suponemos que tras asistir al batacazo comercial que obtuvo y que generase desconfianza por si esa misma casuística pudiera replicarse en otros países donde el precio del coche tuviese tanta relevancia en la imagen social proyectada.