Si hay dos vehículos quizá radicalmente diferente en el mercado, un ejemplo práctico podrían ser los elegidos para la prueba de hoy, por un lado tenemos nada menos que a uno de los modelos de acceso y no por ello menos interesantes de la gama Porsche como es el Cayman mientras que, como su rival, nos encontramos nada menos que la última iteración del Subaru WRX STI, un modelo en el que la firma japonesa a intentado mejorar algo que prácticamente era imposible como es la anterior generación.
Sin lugar a dudas dos vehículos construidos para ir rápido, algo que llevan en sus genes de manera inequívoca y que provoca sensaciones encontradas en sus propietarios ya que, mientras unos confían en la velocidad y buen hacer de una trasera que se insinúa ante cualquier cambio de ritmo los otros pueden confiar plenamente en un sistema de tracción dominado por tres autoblocantes totalmente configurables.
Aceleración por tracción contra aerodinámica y peso liviano
Ahora bien, ¿qué sucede si enfrentamos a ambos modelos?. Del lado alemán nos encontramos con un Porsche Cayman, un deportivo equipado con un motor de tipo bóxer capaz de homologar una potencia máxima de 275 caballos mientras que del lado japonés nos tenemos un Subaru WRX STI que vuelve a montar el mismo motor, también de arquitectura bóxer, de la generación anterior, es decir, un 2.5 sobrealimentado capaz de homologar 305 caballos.