Algunas ciudades del norte de España y pueblos están apostando fervientemente por ganar espacio para el peatón en sus calles, y aunque en algunos casos se está actuando de manera correcta, en otros, la actuación queda más en entredicho y el trasfondo real por parte de la administración es mucho más discutible. Hoy, estamos ante uno de esos casos que por lo rocambolesco que resulta, es difícil discernir si se trata realmente de una medida con trasfondo recaudatorio o atiende a una necesidad imperiosa de establecer un orden mucho más estricto y contundente en esa calle.
Más concretamente, se trata del primer radar fijo que salta cuando superamos los 20 km/h, siendo por tanto el radar de velocidad con el límite más bajo de toda España, puesto que de media, en entornos urbanos, suelen contar con límites que oscilan entre los 30 y 50 km por hora. Ahora bien, se encuentra en una zona también delicada por su ubicación: está ubicado en una calle principal cerca de un colegio en Zamudio (Vizcaya) compartido con un paso de peatones. De hecho, ha sido el argumento esgrimido por su alcalde para justificar que se trate del radar con el menor límite de velocidad de toda España debido a que un importante número de conductores no cumplían la velocidad máxima establecida en la vía.
Se apoya en un estudio previo a su instalación donde se llegaron a computar 700 coches que circulaban a una velocidad de 60 km/h, llegando a capturar a un vehículo que circulaba a 102 km/h, todo ello en un municipio en el que a diario pasan 15.000 vehículos cuyo destino es un polígono industrial situado cerca.
Entre los vecinos del municipio hay discrepancia de opiniones: mientras que otros apoyan totalmente la medida, otros tantos consideran que habrá un aumento importante en el número de multas y pérdida de puntos del carnet.
